Considerado como el remedio más barato y más rápido para conjurar en un alto porcentaje la crisis por el desabastecimiento del líquido, los pozos tienen en su proceso de diseño y elaboración su técnica y su arte, no como muchos creen que es simplemente  hacer un hueco y sacar agua.

Construirlos requiere de pasos que van correlacionados, de tal forma que saltarse uno de ellos, sería poner en riesgo el trabajo o sencillamente hacerlo mal. Por tanto, su elaboración no está facultada a inexpertos.

Si bien es cierto que en el patio de una casa se podría perforar un pozo, no hay dudas que se corre el riesgo de hacer la captación del acuífero superficial, que según los expertos, por lo general entrega agua contaminada. La dificultad para perforarlos depende de las condiciones geológicas.

La construcción de un pozo entre 70 y 80 metros de profundidad podría durar entre las 5 y 6 semanas y su vigencia en el tiempo, sería de 20 años, aunque podría ser más dependiendo de su mantenimiento.

Ing. Jorge Corrales Celedón, ingeniero hidrogeólogo con especialización en aguas subterráneas y maestría en gestión de auditoría ambiental, explica con videos y diapositivas  los pasos requeridos para hacer un pozo profundo, no sin antes precisar que las compañías operadoras deben adquirir conocimientos y competencias para minimizar riesgos y maximizar el éxito mecánico y volumétrico de la operación.


Localización, perforación, entubado, engravillado, sellado sanitario, prueba de bombeo e instalación de equipo de bombeo, son, entre otros, pasos fundamentales  del proceso.

La prospección, o sea en los estudios previos antes de perforar para verificar si en el subsuelo hay agua y si lo hay establecer de qué calidad, (dulce, salobre, dura etc). A esto le llaman tomografía.
Seguidamente se construye un antepozo, obra civil que se hace en la boca del pozo, al inicio del proceso de perforación, para estabilizar su parte superior y controlar probables derrumbes superficiales. 

Es un hueco excavado manualmente de 2 a 3 metros de profundidad  y de un diámetro tal, que permita la instalación de una tubería en lámina de hierro  de 24 y 26 pulgadas. Posteriormente se hacen unas piscinas de lodo cuya función es revestir las paredes del pozo para que no se derrumben una vez comience la perforación.

Luego  se hace la perforación de prueba hasta la profundidad deseada y dentro del hueco se introduce un registro eléctrico encargado de captar los planos físicos del subsuelo, a través del cual se puede saber con exactitud dónde están los estratos de agua dulce.

Una vez escogido este sitio se diseña el pozo y se hacen los tramos de tubería con las características que se necesitan. Entre la tubería del pozo y el acuífero debe existir un espacio anular que debe ser llenado con material filtrante; normalmente se utiliza gravilla esférica con granulometría.

El objetivo del engravillado es evitar que las partículas finas del acuífero penetren al pozo durante la extracción y bajen la calidad del agua. También se coloca un sello sanitario con mortero impermeabilizado para proteger el pozo de una posible contaminación por infiltraciones superficiales.

Una vez entubado, engravillado y sellado sanitariamente se saca el lodo o arcilla inyectando con un pistón un químico que suaviza este material  permitiendo su extracción fácil a través de un compresor. Esto dura varios días hasta cuando el agua turbia se vuelva cristalina.

A partir de este momento llega la etapa de bombeo a nivel de prueba para definir el caudal máximo de bombeo y calcular los parámetros del acuífero (permeabilidad, transmisividad y coeficiente de almacenamiento). Esta se realiza bombeando el pozo a distintos caudales hasta que se estabilice su nivel dinámico. La relación entre el caudal de explotación y el nivel descendido durante la prueba se conoce con el nombre de capacidad específica. 

Finalmente se instala el equipo de bombeo el cual consta de un sistema electromecánico compuesto por una bomba, un motor eléctrico y un tablero de control. Este se configura de acuerdo con el sistema a donde va a ser expulsada el agua, es decir, si a un tanque elevado o la red.

Bíblicamente el primer pozo fue el de Jacob, en Israel,  en el que 1000 años después la samaritana le dio a beber agua a Jesús. Por tanto hay quienes dicen que un pozo puede durar en vigencia 20 o un poco más de años, si no toda la vida.

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Categorías: Perforación

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